Ahora te encuentras en la primera sala de la Primera Escuela de Viena. El compositor que se presenta aquí, Joseph Haydn (1732-1809), es considerado como el precursor y renovador de este estilo musical.

Antes la música se componía habitualmente para Dios y la realeza, pero la Primera Escuela de Viena acabó con esta tradición y empezó a escribir música para un público más amplio. Además, en esta época surgió un mercado para compositores independientes, que Haydn supo aprovechar muy bien. Con ayuda de las nuevas editoriales musicales, pudo componer «por cuenta propia» y vender su obra a clientes internacionales.

Considerando que Haydn creció en condiciones muy humildes, se puede decir que ejecutó una carrera brillante. Las primeras cuatro casas en las que vivió están expuestas en la sala a mano izquierda y describen muy bien esta trayectoria. En la modesta casa de campo, en la Baja Austria actual, creció de niño como criado del conde Harrach. Pronto se descubrió el talento del chico, por lo que el pequeño Joseph viajó a Viena con su tío para recibir formación musical básica como niño del coro en la catedral de San Esteban. Tras una desafortunada travesura y por culpa del cambio de voz, perdió su puesto en el coro. A esto, la siguieron años llenos de privaciones, los cuales Haydn tuvo que pasar en la buhardilla de la Michaelerhaus. Sin embargo, en los pisos de abajo vivían personas de las que pudo beneficiarse: el poeta de la Corte de los Habsburgo y libretista de ópera Pietro Metastasio, del que se convertiría en sirviente y alumno; y, sobre todo, la princesa Esterházy, con cuyos hijos Haydn se vería pronto como maestro de capilla de la Corte. El palacio de los Esterházy, en Eisenstadt, es el tercer edificio expuesto en la sala.

Con el príncipe Nicolás I, representado en la esquina izquierda de la sala sobre la litera, Haydn pudo desarrollarse musicalmente durante 30 años. Gracias a una pensión decente y a dos giras de conciertos de mucho éxito en Londres, se pudo permitir una finca propia en la vejez. Por cierto, el último edificio representado está aún hoy en pie y se puede visitar (Museo de Viena: casa de Haydn).

Como se puede apreciar en el expositor de la pared frontal de la sala, Haydn era un hombre realmente disciplinado que seguía rutinas diarias muy estrictas. Probablemente gracias a esta organización perfecta, consiguió, además de desempeñar su empleo a tiempo completo con el príncipe, aceptar encargos de composición, ganándose así una reputación a nivel internacional. Esta fama le sobrevino también en Inglaterra al ascender a “estrella” del panorama musical londinense durante sus giras de conciertos. En Inglaterra también encontró inspiración para su trabajo: la melodía de la canción Kaiserlied se basaba en el himno inglés “God save the King” y también el texto original de Leopold Haschka se asemejaba a su homólogo inglés. Después de la época de Londres surgió la obra más famosa de Haydn, La creación. La escena detrás del cuarteto de cuerda muestra la representación del oratorio en homenaje al 76.º aniversario de Haydn y, a la derecha, se ve de nuevo la imagen junto con el pie de foto detallado.

Teniendo en cuenta las circunstancias de la época, Haydn alcanzó una edad considerable, aunque en sus últimos años de vida ya no pudo componer. El último cuarteto de cuerda de Haydn, op. 103, que él mismo apodó «mi último hijo», solo se compone de dos movimientos (se pueden ver las partituras en la vitrina). En lugar de una nota final, se incluyó la última tarjeta de visita de Haydn: «Toda mi fuerza se ha ido; estoy viejo y débil».

¿Sabías que …

… Haydn recibió el último gran homenaje a su obra poco antes de su muerte? El oficial de los húsares franceses Clement Sulemy, de origen italiano, recitó al conmovido anciano el aria Lleno de nobleza y dignidad (Mit Würd und Hoheit angetan), de La creación. Fue el último visitante extranjero que Haydn recibió y, además, bajo las circunstancias más adversas: Viena ya había sido sitiada y bombardeada por los franceses. Cuando un cartucho de metralla cayó cerca de la casa de Haydn y la hizo temblar, este dijo: «Niños, no temáis; donde Haydn esté, no os puede pasar ninguna desgracia».